Historia social de la literatura cubana II (1959-2005) (Monographie)

Tomo primero


Allgemeine Angaben

Autor(en)

Martin Franzbach

Verlag
Valentia
Stadt
Frankfurt am Main
Publikationsdatum
2014
Auflage
1
Reihe
Bibliotheca Romanica et Latina, vol. 15
Weiterführender Link
http://d-nb.info/1058609882
ISBN
978-3-936132-15-1 ( im KVK suchen )
Thematik nach Sprachen
Spanisch
Disziplin(en)
Literaturwissenschaft, Medien-/Kulturwissenschaft
Schlagwörter
Roman, Exilliteratur, Frauenliteratur, Fidel Castro, weibliches Schreiben, Erzählungen, cultura popular, Science Fiction, Kulturrevolution, Kulturpolitik, Che Guevara, Heberto Padilla, Talleres literarios, Literatura policíaca

Exposé

Introducción

La literatura cubana es, a escala internacional, una de las más importantes del mundo. Su mayor importancia reside en el hecho de que su creación surge hoy simultáneamente en varios continentes, lo que le aporta amplitud de miras, riqueza temática, originalidad, capacidad de experimentación y vitalidad, preservándola a la vez del peligro de un provincialismo insular. Por muy dolorosas que sean las consecuencias de que las guerras y las revoluciones dividen los pueblos, existe sin embargo la posibilidad de valorar una literatura, libre de la estrechez de criterios nacional-literarios, como literatura internacional por la totalidad suprarregional de su producción.

La unidad en la diversidad de la literatura cubana es hoy un hecho incontestable. A ella le pertenece el futuro en cualquier historia de la literatura, pues la literatura, como apropiación estética de la realidad, no se puede comprimir en el marco estrecho de unos límites geográficos. Lo decisivo no es la sensibilidad subjetiva del escritor sino su capacidad creadora y la calidad de su obra como contribución a esa unidad.

Sin duda resulta difícil, dada la situación política polémica en la que luchan el pueblo y muchos emigrantes por sobrevivir con dignidad, defender de forma convincente la unidad de su literatura, pero es un hecho real que, a pesar de las posturas y manifestaciones de algunos escritores cubanos insulares y exiliados, existe una conciencia homogénea de que «la isla entera» ocupa un puesto en la república de las letras.

La diferencia en las condiciones de producción de la literatura escrita dentro y fuera de la isla, la influencia de la política cultural en Cuba, el dictado del capital, el lucro y el marketing en la diáspora capitalista y otras diferencias constituyen una barrera, a parecer infranqueable, para poder hablar de una literatura cubana unitaria, pero la conciencia de tener una responsabilidad cultural homogénea ha superado a lo largo del desarrollo histórico todas las presiones políticas que se oponen a ella.

El marco cronológico para esta literatura contemporánea viene determinado, sin duda, por el año de la victoria de la Revolución. Inmediatamente después se inició una revolución cultural que no tiene parangón en el mundo actual. La fascinación por la Revolución cubana procedía de la importancia visible del papel desempeñado precisamente por la cultura en el proceso revolucionario de transformación de la sociedad. Pero es claro que esta revolución cultural triunfó en su fase inicial de arranque porque se inspiraba en las raíces de la cultura cubana de los siglos pasados. En cada uno de los capítulos, en especial en los retratos de autores, se expresa el carácter de engranaje con otras épocas de esta literatura.

Esta primera historia social de la literatura cubana se atiene, por razones didácticas, al principio genérico. Aunque la literatura cubana es rica precisamente en fenómenos híbridos, intergenéricos, se ha dado, sin embargo, preferencia a esta división frente a otras posibles. Los autores han sido incluidos, según la incidencia de la temática genérica en su obra, en los capítulos correspondientes a los géneros. No ha podido evitarse un cierto esquematismo, pero lo que más interesa al lector en una obra de consulta es la mayor claridad de exposición posible. Sólo en casos aislados (Aguirre, Estévez, Nogueras, Piñera, Vitier, entre otros) ha sido necesario dividir los capítulos dedicados a autores, y ello cuando los puntos centrales genéricos están distribuidos de forma relativamente equilibrada a través de su obra.

El principio, todavía hoy empleado, de clasificar la literatura por generaciones y promociones, aplicado también a la historia de la literatura cubana, sobre todo a la poesía, resulta demasiado arbitrario, porque prescinde de las vivencias personales, las presiones institucionales, las diferentes formas de socialización y los procesos de desarrollo literarios. No existen «generaciones del pecado original» ni «generaciones de la inocencia ». Por el contrario, «la gracia de haber nacido después» del triunfo de la Revolución se convierte con frecuencia en «una carga por haber nacido después ». Si en general se rechaza el principio generacional como piedra filosofal para dividir la literatura, sin embargo sí se ha dado entrada a problemas y manifestaciones características de una generación, cuando el caso lo requería.

Lo más discutible en cualquier historia de la literatura son los criterios para definir el canon y la valoración del autor, su obra y la calidad literaria. La selección y clasificación de los escritores es un largo y arduo proceso de maduración, que no siempre está exento de elementos subjetivos. Una exigencia, a menudo defendida, para definir el canon es la frecuencia con que figuran los autores en las antologías. Pero precisamente la «antologomanía », aparecida en la literatura cubana en las últimas décadas, ha sido muy criticada. La unidad de una antología, casi siempre definida cronológicamente o por géneros o por el sexo de los autores o por temas o regiones, condujo a un auténtico boom de este tipo de publicaciones.

Las antologías publicadas en la isla suelen ser productos de una necesidad: las ediciones de un sólo autor son hoy una rareza. Por otro lado, las antologías reflejan siempre, por la combinación de autores que de ellas forman parte, los intereses de cenáculos y estructuras dominantes en el ámbito cultural. Desde la aparición de la original antología que marca una nueva trayectoria, de Edmundo Desnoes, se ha intentado repetidas veces aproximar, coexistiendo pacíficamente, la literatura creada dentro y fuera de la isla, encuadernándola en un sólo libro. Pero lo que hoy se acepta como «nuevos» y «novísimos », puede pertenecer ya mañana al pasado. Por eso, considerar las antologías como módulos de la representatividad de géneros y autores se puede aceptar sólo con reservas. De todas formas, son un indicador importante.

También continuará siempre siendo muy discutible la caracterización de un autor como gran figura. Los criterios que han guiado esta decisión fueron la originalidad en cuanto a forma, estilo y temática, la discusión de la obra correspondiente en el marco de la investigación internacional, su influencia en la literatura universal, la recepción de sus textos en otros idiomas, literaturas y traducciones y su acogida en antologías.

Sin embargo, el intenso compromiso de muchos escritores cubanos insulares en las instituciones del país, el hecho de desempeñar cargos políticos y otras formas de dependencia invalidan con frecuencia la validez de los criterios mencionados. A veces es suficiente una simple rúbrica para decidir si el autor cae en desgracia o sigue siendo oficialmente promovido y perteneciendo a los que se les autoriza a desplazarse al extranjero.

En una literatura que depende tan manifiestamente del clima político y de decisiones institucionales y personales, como es la de la Cuba insular, no es extraño que se produzcan con frecuencia altibajos en los «valores de Bolsa» para los autores cubanos residentes en la isla. De otro lado, los escritores cubanos exiliados, sobre todo los disidentes famosos, tienen que someterse y sufrir el rigor de las leyes de la economía capitalista de mercado, el terror consumista de los mass media y el marketing político con sus mecanismos fulminantes de desgaste. Pero también en la isla se puede vivir en el exilio («insilio»).

No oculto mis simpatías por aquellos escritores que trataron de salvar su honestidad fuera de las instituciones como free lancers. A ellos he dedicado una especial atención, muy en particular cuando no abandonaron la isla para librarse de procesos de adiestramiento y adaptación. Quizás sea injusto mencionar en este contexto la definición del intelectual desde la visión de Sartre, pero está basada en vivencias concretas en tiempos difíciles:

L’intellectuel est quelqu’un qui se mêle de ce qui ne le regarde pas et qui prétend contester l’ensemble, des vérités reçues et des conduites qui s’en inspirent au nom d’une conception globale de l’homme et de la société (Jean-Paul Sartre: Plaidoyer pour les intellectuels, Paris 1972, pág. 12).

En una literatura politizada a tal extremo, como la cubana, es imposible limitarse sólo al análisis de géneros y obras. Es una obligación fundamental de toda historia social de la literatura tener presente también los fenómenos extraliterarios. La explicación y puesta de relieve de las contradicciones entre el comportamiento social y el proceso de producción literaria de los autores no puede conducirnos, sin embargo, a una valoración moralizante del escritor y su obra, pues todo juicio de valor es una cuestión delicada e implica siempre un riesgo.

El problema sobre el papel y la función que desempeña un escritor varía en cada caso. Donde ello puede verse mejor es en los autores conflictivos. A pesar de todo, en la isla han cristalizado a lo largo del tiempo una serie de estructuras sociales e institucionales que, a su vez, han dado origen a ciertos tipos de escritores, anclados entre servidumbre, adaptación, cinismo, resistencia interior y rechazo del sistema hasta sus últimas consecuencias, la emigración.

De otro lado, entre los escritores cubanos de la llamada diáspora se han producido reacciones muy opuestas, cuyo único denominador común parece ser con frecuencia la observación abierta o encubierta, activa o pasiva de lo que sucede en la isla. Para la investigación comparativa de la literatura del exilio sería una labor interesante examinar estas formas de expresión junto con otras literaturas de la emigración, con el fin de definir los rasgos esenciales en cada caso.

A algunos les asombrará que, a pesar de los criterios de selección y calidad antes mencionados, se haya dado acogida aquí también a escritores menos conocidos, que no pertenecen a ninguna institución y a otros que carecen de conexión alguna con el extranjero. Tal es el caso, sobre todo, de algunos autores de provincias. Es un hecho que la superioridad cultural y la atracción que ejerce la Habana como metrópoli sigue siendo una realidad que, hasta ahora, no ha sido mitigada, a pesar de la revolución cultural y todos los intentos de descentralización. Tampoco se ha conseguido diversificar regionalmente la actividad literaria después de la nueva delimitación provincial.

Aunque en todas las provincias existen sucursales de la UNEAC, sin embargo, quien quiere darse a conocer trata de instalarse en La Habana. Allí están la mayoría de las editoriales, se celebra la mayoría de los congresos, allí acude la mayoría de los especialistas extranjeros en literatura. Para muchos autores resulta muy difícil sustraerse al «brain-drain» literario de la metrópoli.

Por otra parte, los historiadores de la literatura cubana echamos dolorosamente de menos la falta de síntesis regionales de la actividad literaria. Será una tarea importante para las futuras generaciones llenar este hueco, por no hablar de la búsqueda de aquellos textos que o no se imprimieron o desaparecieron o fueron confiscados o considerados tabú. Todavía más difícil será seguir la pista de los autores cubanos que se dispersaron a los cuatro vientos, ya que en esta historia social de la literatura sólo fue posible concentrarse a lo sumo en los centros culturales de la diáspora.

La presente historia social de la literatura se divide en tres partes, relacionadas estrechamente entre sí. La primera presenta la literatura en su evolución, referida a los géneros e instituciones. Por primera vez, se han tenido en cuenta en este contexto géneros como la literatura policíaca, la literatura infantil y juvenil, la poesía «samisdat», la canción política y la literatura de la ergástula.

La segunda parte profundiza cronológicamente, según criterios predominantemente extraliterarios, las fases de esta evolución en numerosos aspectos. La división de la literatura por fases tiene sus ventajas y desventajas. Pero en cualquier caso se puede señalar la existencia de cambios paradigmáticos en torno a los años 1968, 1976, 1989 y siguientes, los así llamados «años cruciales de la historia cubana ». Esta segunda parte se ocupa menos de los géneros que de la temática. Los temas vienen dados por su referencia y hechos históricos y su tratamiento literario.

En la tercera y última parte se trata los problemas fundamentales de la literatura cubana en la diáspora. De ella se desprende la necesidad de llegar a un diálogo, libre de presiones oficiales, entre los cubanos de dentro y fuera de la isla. Sin este diálogo no es posible un entendimiento sobre el significado de nación, identidad y cultura. En este proceso, la literatura tiene una importancia capital y alumbra en ella misma, por medio de sus testimonios más conmovedores, la utopía de una isla posible.

Probablemente transcurrirá mucho tiempo hasta que la literatura y la crítica literaria, escritas en la diáspora, tengan acceso en toda su dimensión a la isla y sean aceptadas con los mismos derechos en todos los niveles de la actividad literaria. Pero sólo de esta forma existe la posibilidad de otorgar un voto de validez permanente al legado cultural de la literatura cubana en su totalidad para el futuro de Cuba en el siglo XXI.

Los contactos personales entre los miembros de los pueblos divididos son un eslabón más sólido y estable que todos los intentos de los políticos y sus grupos de presión por crear fronteras y bloqueos, como lo pone de manifiesto el ejemplo histórico de Alemania, mi país, y su producción literaria, tan dispersa entre los años 1933 hasta 1989.

El autor se atreve a esperar que este primer intento por formular una historia social de la literatura cubana contemporánea en su conjunto prepare el camino hacia otras síntesis, sea aliciente y estímulo para otros muchos estudios que cubran deficiencias y contribuya a reflexionar sobre el papel de los intelectuales y las posibilidades y límites de la literatura.

Por sus sugerencias para mejorar la obra les agradezco a Ignacio Echevarría, Rafael E. Hernández, Begoña Huertas Uhagón, José Manuel López de Abiada, José—Carlos Mainer, Hans Meinke, Waldo Pérez Cino, Efraín Rodríguez Santana, Gabriela Schünke y Pío E. Serrano. Muy en especial le estoy agradecido a mi editor Axel Schönberger, a su hermano Gerhard Schönberger y a mi traductor, Juan Segura (†), quien, más que traductor y amigo, fue en todo momento acompañante crítico y constructivo de esta empresa. El apoyo de mis amigos fue para mí un estímulo valioso, pues como dice José Martí: «No hay cojín como un amigo». La bibliografía fue actualizada hasta el año 2006.

Hamburgo, mayo 2014

Martin Franzbach

Inhalt

Tomo primero

1 Introducción

2 Las bases de la revolución cultural: el sistema educativo

3 Revolución cultural y política cultural

3.1 Introducción 27

3.2 La institucionalización de la cultura 29

3.3 ¿La traición de los intelectuales? 34

3.4 Conflictos en la literatura y en el sector cinematográfico 36

3.5 Fidel Castro: Palabras a los intelectuales (1961) 38

3.6 Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba (1965) 40

3.7 Primer Congreso Cultural de La Habana (1968) 41

3.8 Ejemplos conflictivos 42

3.9 Heberto Padilla y el «Caso fatal» 44

3.9.1 Biografía y polémicas 44

3.9.2 El «Caso Padilla» 45

3.9.3 Obra poética 49

3.9.4 Escritos en prosa 52

3.10 Debate sobre los principios fundamentales 54

3.11 El «Quinquenio Gris» (1971-1975) 55

3.12 «La confianza está bien, el control es mejor» (Lenin) 57

3.13 La «Carta de los Diez» (1991) 60

3.14 Aparente deshielo 61

4 Hacia una cultura popular: Los Talleres Literarios

4.1 Origen, estructura, difusión, función 67

4.2 Formas, temas y objetivos 69

4.3 Una tarde in sitū 73

5 La novela

5.1 Introducción 77

5.2 Las grandes figuras: Arenas, Cabrera Infante, Carpentier, Díaz, Lezama Lima, Piñera, Sarduy 79

5.3 Historia y utopía en la Isla 162

5.4 El «boom» del testimonio y la novela-testimonio 209

5.5 La neopicaresca 238

5.6 La literatura policíaca 252

5.6.1 Su marco ideológico 252

5.6.2 Estructura, tipología e intención 254

5.6.3 «Wichi» Nogueras — poeta de la novela policíaca 256

5.6.4 Daniel Chavarría y Justo E. Vasco 262

5.6.5 La novela policíaca de delitos comunes y la novela de espionaje 269

5.6.6 Novelas policíacas del exilio 274

5.6.7 Sociología, éxito y crisis de la literatura policíaca 275

5.6.8 La re-escritura de la novela policíaca cubana 279

5.7 La novela de ciencia ficción 291

5.7.1 Definición y desarrollo histórico 291

5.7.2 Autores y temas 292

5.8 Éxitos internacionales de la literatura femenina 297

5.9 Novelistas en el extranjero 311

6 La cuentística

6.1 Introducción 341

6.2 Las grandes figuras: Benítez Rojo, Casey, Jorge Cardoso, Novás Calvo, Pita Rodríguez 344

6.3 Panorama 362

6.4 Auge de la cuentística femenina 378

6.5 La cuentística escrita en la diáspora 389


Anmerkungen

Es handelt sich um den ersten Teil des zweiten Bandes der Sozialgeschichte der kubanischen Literatur. Der erste Band ist auf deutsch, der zweite auf spanisch erschienen.

Ersteller des Eintrags
Martin Franzbach
Erstellungsdatum
Donnerstag, 10. November 2016, 17:37 Uhr
Letzte Änderung
Samstag, 12. November 2016, 19:43 Uhr